dimecres, 9 de gener del 2013

Una pizca de brisa fresca acaricia la hierba que poco a poco se va tornando de un color pálido, de un color marrón, igual que el de la tierra seca. Las flores se van marchitando, sus colores vivos se apagan, y aquellas que antes alzaban su cara para recibir el Sol, ahora la agachan, como si sintiesen vergüenza por todo, como si no quisieran ver lo que esta pasando en el mundo...

Los animales desaparecen, huyen o simplemente se extinguen, ya no hay vida, es como si de repente todo se hubiese ido al traste, como si toda vida en la Tierra decidiese que ya no es un buen lugar donde vivir.

Los lagos, ríos, mares, sus niveles bajan, sin darse cuenta nos quedamos sin agua, que al fin y al cabo es parte de nosotros, parte de nuestra vida y no hacemos más que ensuciarla.

Pero fijaos, pues no es de repente, todo eso esta pasando, despacio, pero pasa, y si no nos concienciamos de cuidar de nuestra Tierra, de Gaia, ella se cansará y no nos dará un trato mejor del que le estamos dando a ella...

Hace tiempo que Gaia llora, pero no son lágrimas para que el agua no se seque, son lágrimas secas, de tristeza, por ver lo que estamos haciendo con ella, por ver todo lo que ella nos ha dado y ver que esta es la forma en que se lo devolvemos.

Dirás; - Es que mi hogar es mi casa...
Te equivocas. Gaia es tu hogar.
Un hogar que todos deberíamos cuidar. 



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