diumenge, 10 de juny del 2012

La luz del día me ciega, así que busco refugio...

El único una casa abandonada, decorada con enredaderas mal cuidadas y musgo con vida propia, pero es la única manera de que la luz del sol no queme mis delicadas retinas...

Dentro todo esta oscuro, un regalo para mi vista, se va acostumbrando, hace mucho que nadie vive aquí. Todos los muebles están en su sitio, eso si una capa de polvo los cubre como el manto de un bebe lo abraza para que duerma feliz y sin pesadillas...

Una gélida ráfaga recorre mi cuerpo y hace que me detenga un poco antes de avanzar más, pues tengo una sensación extraña, una sensación vieja, una sensación familiar...

Mis pies van avanzando, caminando por las agrietadas baldosas del suelo, por las que las plantas crecen sin ningún fin.
Las escaleras crujen a mi paso, y la barandilla de madera medio rota no me atrevo a tocarla, pues me vuelve esa sensación, pero esta vez más intensa...

Hay muchas habitaciones, todas las puertas están cerradas y al final del pasillo hay un cuadro lleno de polvo, el cual no alcanzo a ver bien.
Me acercó a él con cuidado, pues la casa entera rechina como si intentase hablarme como si intentase advertirme...

Me armó del valor que me queda y limpio el cuadro con mi mano desnuda, quedando todo el polvo en mi mano y una mirada de terror en mis rostro...

Es un viejo retrato. De hace muchos años. Una joven sonríe, por aquel entonces no tenía problemas, todo era perfecto...

Esa joven de sonrisa vivaz soy yo...

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